Amazon Prime se está haciendo con mi corazoncito. No lo digo por que estemos en la época de la serie de la que está pendiente el mundo entero, que es la de Los Anillos de Poder, si no porque este verano me he dado cuenta de que en su plataforma hay auténticas joyas que están por descubrir. ‘Los niños de Winton’ es una de esas historias que si o si se han de revisar, ya que trata de unos eventos poco conocidos en la actualidad (al menos para nuestra generación) y que sirve para revivir una de aquellas historias heroicas en la lucha contra la maldad de la Segunda Guerra Mundial.
Es imposible no dejarse conmover por esta extraordinaria historia real de Nicholas Winton, el «Schindler británico», y por la sencillez y sincera franqueza con la que su hazaña es llevada a la pantalla por los guionistas Nick Drake y Lucinda Coxon y el director James Hawes. Es una historia de la Europa de la guerra y la memoria de la posguerra, y también un momento noble e inspirado en la historia de la televisión popular británica.
Anthony Hopkins interpreta a Nicholas Winton, un corredor de bolsa prósperamente jubilado en la década de 1980 que, después de algunas molestias de su esposa Grete (Lena Olin), está limpiando el desorden y finalmente se concentra en algo que ha estado anhelando y temiendo reexaminar: un álbum de recortes con detalles de los 669 niños judíos checos que él y otros voluntarios salvaron contra increíbles probabilidades de los nazis a finales de los años 30, sin que ningún historiador lo supiera.
Una hazaña que había quedado en el olvido y que precisó de mucha volutad, y voluntades, para llevarse a cabo. Implicó recaudar dinero, acosar a los departamentos gubernamentales para obtener visados y organizar hogares de acogida. De hecho, montar su propio Kindertransport (el tren internacional que les llevaría de Praga a Londres). Johnny Flynn interpreta a Winton como el joven activista a favor de los refugiados y Helena Bonham Carter tiene un gran impacto como Babette, la formidable y sensata madre de Flynn, que dirige su campaña desde Londres.
La misión de rescate involucró a nueve trenes llenos de niños, todos los cuales tuvieron que pasar por territorio nazi en su camino a Gran Bretaña. Son escenas de una tensión casi insoportable: en cualquier momento, por cualquier motivo burocrático, o simplemente sin motivo alguno, los soldados nazis que inspeccionan sospechosamente los papeles de los niños a bordo del tren podrían hacerles regresar. Ocho trenes pasan razonablemente bien, debido al estatus nacional británico de sus rescatadores en esta época de preguerra, pero el noveno todavía está en el andén de Praga cuando llega la noticia de la invasión alemana de Polonia. Soldados nazis fanfarrones irrumpen en la estación y la angustia y el horror son inminentes. Ésta es la tragedia que colorea los recuerdos de Winton.
Después de vivir todos estos recuerdos, ¿qué hacer con el álbum? Aunque hubo un intento de publicarlo para darlo a conocer, la jugada no sale bien. No es hasta Elisabeth Maxwell se interesa por el álbum que Winton no le encuentra solución. El álbum termina en manos de una periodista sensacionalista del programa ‘That’s Life!’ de la BBC. Con algunas dudas, dado el cariz que toma el programa, Winton va después de recibir una invitación. Y con ello, comienza el último acto de la película, que es para el recuerdo. Imposible no terminar soltando una lágrima.
Hacía tiempo que una película no me emocionaba tanto. Vivimos tiempos difíciles para el cine. Es en esos momentos, cuando hay que refugiarse siempre en las historias que emocionan. Yo, personalmente, no conocía estos hechos, pero me han llegado muy hondo. Agradezco como la han tratado de bien, ya que en ningún momento se hace pesada y la ambientación y banda sonora cumple con creces lo que pide la película. Sin duda, la recomiendo, una joya escondida dentro de Prime que hay que visitar sí o sí.
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