Netflix posee joyas escondidas. El final de la reciente tercera temporada de After Life permite a la serie ideada, escrita y dirigida por Ricky Gervais cerrar una serie de círculos que la dejan prácticamente completa. Ahora entramos a comentar el argumento, pero este cierre de temporada me parece majestuoso y hace a la serie brillar en una faceta que jamás se diría con los visionados de los primeros capítulos. After Life es un canto a la vida. A seguir adelante aún cuando la vida se ceba contigo.
Para entender After Life hay que conocer a Tony, el personaje interpretado por Ricky Gervais. Tony ha perdido recientemente al amor de su vida, Lisa, victima de un cáncer. Su media naranja, con la que compartía todo y tenía una conexión que él sabe que no podrá encontrar jamás con ninguna otra persona. Esa persona que es el ancla de tu vida y que cuando desaparece corres el peligro de vagar como alma en pena. La pena que siente es el eje que hace girar protagonista de esta sitcom.
Este es el personaje que se presenta como Tony. El comienzo de casi cada capítulo permite explorar la relación que tenían Tony y Lisa, en la que a través de los videos guardados en su ordenador portátil, reviviremos los episodios del pasado de la feliz pareja, aportando esa carga emocional en la conciencia del personaje de Gervais haciendo que te encariñes enseguida con él. Se entiende enseguida esta parte en la que la persona ha perdido las ganas de vivir, en la que todo sabe a ceniza. En este sentido, Gervais le aporta con su sorna y humor tan característico, a la vez negro, cínico y en ocasiones un poco bruto y soez.
Lo mágico de la serie es vivir el viaje de Tony. Los responsables principales de esta magia que rodea After Life son los protagonsitas secundarios que permiten completar un elenco de aunténticos ‘personajes’. Pero ‘personajes’ en este sentido está referido a la colección de bizarros que rodean a Tony y que dejan situaciones completamente hilarantes. Me refiero al cartero, al drogadicto, a la trabajador sexual, a sus compañeros del periódico, a las personas que va entrevistando en el pueblo para completar las historias para el ‘Tambury Gazette’, del psicólogo que visita para descargar la pena por Lisa.
Pero si hay que destacar a alguno de las personas que van a darle un sentido a la nueva vida de Tony me quedaría con dos. La primera es Emma, la enfermera que cuida a su padre en la residencia. Pero la segunda, y para mí la más fundamental es el personaje encarnado por Penelope Wilton como Anne. Anne es una viuda que visita cada día en la tumba a su marido Stan, casualmente vecino de tumba de Lisa, mujer de Tony. El banco en el que se sientan los dos y las conversaciones que entablan son de lo más saboreable de la serie y fundamentales para entender las esperanzas y ambiciones de cualquier ser humano. Es una delicia oírlas y ves el ángel que permite a Tony reaccionar a tiempo y aún con la pena por Lisa, darle un nuevo sentido a su vida, haciéndole ver que todavía tiene muchísimo que ofrecer.
Este cambio en la vida de Tony se va a reflejar en el cambio de trato que tiene con los compañeros que le rodean, ya conocidos en la primera temporada. En la segunda y tercera temporada se va a mostrar un Tony que quiere dar pasos adelante, pero sin dejar de mirar hacia el pasado. El progreso que se hace con Lenny cuando ve que comienza a tener una relación, el cariño que le profesa a Sandy, la guía que le proporciona a su compañera Kath para hacerle ver la luz del mundo son ejemplos de como Tony va sembrando el bien.
Otro ejemplo claro es la evolución de su relación con el personaje de Matt, hermano de Lisa, que además es su jefe. Desde querer aplicar una serie de distancias por la afinidad afectiva con su el hermano de su mujer, hasta ver el que Matt también es parte de la ecuación que tiene que corregir. Compartir las preocupaciones y ayudarle a arreglar su vida y matrimonio. El viaje del personaje de Tony consigue cerrar al final de la tercera temporada todos los círculos abiertos de una manera majestuosa.
Y es que esta serie tiene todos los elementos para triunfar. Esta sitcom está ambientada en un pequeño pueblo de Inglaterra (donde curiosamente llueve poco), haciendo gala de su belleza y tranquilidad. Permite reflejar de una manera brillante esa paz del entorno rural inglés. Con la compañía de una selección de canciones melancólicas perfectamente adaptadas en su letra a cada momento, el viaje de After Life se compone de una interesante reflexión sobre la vida, acompañado del mordaz humor de un personaje que merece la pena seguir. Ricky Gervais se lo merece. Me ha hecho disfrutar mucho tanto por las risas (salvando lo soez) como por el mensaje implícito que hay detrás.
Puntúa el post