Hace un año pude disfrutar de una película que me pilló por absoluta sorpresa. Macbeth fue una de esos regalos en forma de película que no te esperas encontrar porque tampoco fue vendida a bombo y platillo ni tuvo un impacto comercial tan grande como para convertirla en blockbuster. Lo que me atrapó de Macbeth fue su equipo: director (Justin Kurzel), pareja de protagonistas, Michael Fassbender y Marion Cotillard, y su banda sonora, compuesta por Jed Kurzel, hermano del director. Me sorprendió gratamente porque fue una película como no había visto otra en las adaptaciones de Shakespeare al cine, un tono muy oscuro, muy adulto de una historia que ya es un clásico de la literatura.
En Assassin’s Creed repiten todos y además se han añadido actores contrastados como Jeremy Irons o Brendan Gleenson, además de contar con muchísima participación española en el film, como Hovik Keuchkerian, Carlos Bardem o Javier Gutiérrez, que en ningún momento desentonan del film y eso es algo a destacar. La película tenía una papeleta difícil de solucionar. Desde mi punto de vista, Assassin’s Creed va a pasar a la historia de los videojuegos como una saga que ha cambiado completamente el concepto de juego de rol y aventuras. Tiene unos elementos característicos únicos: grandes historias para cada título de la saga, un modo de juego espectacular, unos movimientos pioneros y unas armas nunca vistas, entre otros. Esta saga ha conseguido dar en el clavo para enganchar al fan. La difícil tarea de los guionistas Michael Lesslie y Adam Cooper era trasladar un buen comienzo de la saga a la gran pantalla, una historia que atrajera y nos dejara igual de ensimismados que el videojuego tanto a los fans como a los no iniciados en el credo de los Assassin’s.
¿Cómo dejar contento al fan mientras a los que no conocen nada del mundo Assassin intentan entender algo sin que nada les chirríe? Ese es el gran dilema. La idea de utilizar una historia completamente nueva, no vista en los juegos, me parecía una gran idea, ya que todos, fans y no fans, partimos de cero. Obviamente si llegas nuevo a este mundo te encontrarás elementos totalmente distorsionados con la realidad. La institución de los templarios, los objetivos de la Santa inquisición de Torquemada y el mismo objetivo de la reconquista de Granada por parte de los Reyes Católicos. A eso se le suma la trama ya conocida de Assassin’s Creed, la guerra de los templarios y la hermandad de Assassin’s por controlar el fruto del Edén, un artefacto capaz de controlar la mente humana y detener la violencia en el mundo renunciando a la libertad del ser humano. El animus (abriría un hilo para discutir mucho más sobre si es una cama o un brazo robótico), los saltos de fe, el efecto sangrado, son cosas que no se acaban de explicar del todo correctamente y el fan parte con ventaja, ya que los conoce, ahí creo que la película se pierde un poco y no saca a relucir toda la fuerza que podría llegar a tener.
La historia se desarrolla en nuestro tiempo, en el Madrid de 2016 (guiño a los hinchas del Atleti), donde las industrias Abstergo, una de las muchas ramas de la hermandad Templaria, está desarrollando su cruzada para encontrar el fruto del Edén. A lo largo de los años, y mediante el animus han ido consiguiendo a través de los descendientes de los Assassin’s la información para saber dónde está realmente el fruto. Todas esas vidas y conocimiento le llevan a Callum Lynch (Fassbender), un no iniciado en la Orden, ya todavía es un niño. Cuando finalmente consiguen capturarlo, ya de adulto, Sophie (Marion Cotillard) intenta ganarse su confianza para acabar con la orden.
Este es el interesante punto de partida que nos propone Kurzel. La historia tiene altibajos, pero a nivel de película de acción y aventuras es difícil reprocharle algo. En este sentido Kurzel siempre lo ha bordado, unas imágenes impactantes, como ya he dicho antes, sigue con ese tono tan oscuro heredado de Macbeth, pero esta vez en una representación de la Sevilla de 1492 y del Madrid de 2016. Unos villanos a los que a mí me hubiera gustado indagar más, Torquemada, Ojeda (espectacular Hovik), Rikkin (en un siempre inquietante Jeremy Irons) o la misma orden del Temple quedan reducidos en importancia por la búsqueda del fruto del Edén. Falta ahí mucha explicación de porqué y como son las cosas de ese modo, puede que en las siguientes se desvelen más misterios. Por ponerle un pero, a todos los personajes se les podría haber dado más jugo, creo que es la parte de la película que menos se explota, ya que en ningún momento el espectador empatiza ni con los buenos ni con los villanos, parece una tercera persona, y en algunos momentos cuesta vivir y meterse dentro de la historia y hacerla tuya.
La factura técnica de la película es sublime. Ya solamente por la pantalla del cine, la música envuelta en misterio y la potencia de Jed Kruzel, las sorpresas que te vas a llevar, todo eso vale su entrada. Las vistas y el vuelo del halcón, los planos en los que aparecen los Assassin’s, las flechas que rebotan en paredes para llegar a su objetivo, las persecuciones en una ciudad en construcción, todo te atrapa. Muchísimos guiños para los que somos jugadores de la saga, en cierto momento, no quiero hacer spoiler, he podido ver a Altair,a Ezio y a los diferentes protagonistas de la saga y me he venido arriba, acabando como un tiro la película. En ese sentido, acierto total al trasladar el espíritu Assassin’s a la gran pantalla. He disfrutado mucho. Que tomen nota algunas fallidas adaptaciones de videojuegos, porque creo que Assassin’s Creed ha comenzado por buen camino su saga.
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Se me hace la boca agua leyéndote, tengo que verla