Barbaren fue uno de estos lanzamientos de Netflix que atrapa desde un principio por su formato tan original. Una serie que luchaba por ambientar la antigua Germania mediante actores nacidos en Alemania, con unos romanos que hablaban en latín y tenía una lorica bien cuidada. Además, contar uno de los mayores infortunios de Roma, con la historia de Arminius, traidor al Imperio, me hizo disfrutar muchísimo. Ese final pronosticaba una segunda temporada ya que la historia de la conquista de Germania no acabó allí.
El orgullo romano después de la caída era muy conocido. Cinco años después de la catástrofe de Teotoburgo (en la serie nos cuentan que fue solamente uno) Germánico Julio César volvió a Germania para terminar la tarea de Varo. Aprendió de su error y no se dejó influenciar por nadie durante su campaña. Contó no con tres legiones, como sí había hecho Varo, sino que fue a la campaña con 8 reclutadas por él mismo. La historia que nos propone Netflix en esta temproada se desvía tanto de la original que entramos en un mundo donde todo, incluso lo más inverosímil, parece posible.
En esta segunda temporada de Barbaren, Tiberius y Germanicus vuelven con un ejército renovado a vengar a Varo y conseguir la tan ansiada paz de Germania. La amalgama de tribus que hay en la región hace que la figura del reik sea fundamental para que haya una voz que dirija a todas. En la primera temporada, Ari se alza como esa figura, pero la aparición de Marbod, jefe de los marcomanos, puede hacer decantar esa balanza. Su visión política hacia Roma es muy diferente de la de Ari, y nos enseña un nuevo frente no unitario dentro de las filas bárbaras.
A espaldas de Ari, Marbod firma acuerdos de paz con el comandante Tiberius. Sin embargo, el hermano de Ari, Flavus, y el hijo de Tiberius, Germanicus, violan los acuerdos de paz y terminan influyendo en la mente de Marbod. Una de las cosas que ha hecho esta segunda temporada un pelín aburrida era lo previsible del argumento. Las diferentes traiciones que se nos plantean se han podido ver todas desde minutos antes. Hay algunas que no tienen ningún tipo de sentido como la aparición de un supuesto hijo de Arminius en Roma, Gaius.
Aún así, lo que la serie promete es ser un Vikings pero a la alemana. Y casi lo consigue. La guerra que nos plantean dista mucho de ser la que realmente ocurrió, y que hubiera sido digno de contar. Ni la campaña romana se llevó a cabo de esta forma, ni hubo barcos con refuerzos. Aún con sus aciertos históricos, Thusnelda captiva de Roma, Marbod con su apariencia de neutral, hay cosas que chirrían mucho en esta serie.
No se si es por un problema de tiempos pero hay muchas cosas que no se han podido explorar de una forma correcta. Ya hemos comentado alguna de ellas, pero personajes que merecían algo más y que no se le ha podido dar. O personajes que merecían algo menos. En especial, quería mencionar el destrozo histórica del hermano de Ari, Flavus. Esta es justo una de las historias que más merecía la pena centrarse y la forma en la que la han ejecutado me parece francamente mejorable. Su muerte deja una incoherencia histórica que me gustará saber como subsanan, ya que el hijo de Falvus, Italicus, se convertirá en el reik querusco tras la muerte de Arminio.
Para aquellos que no conozcan su historia, sugiero irse a documentación o libros sobre ella. Ya lo dejamos caer en el primer post que realizamos para la primera temporada. Flavus, hermano de Ari, fue llevado a Roma en calidad de tributo por los queruscos. En este caso, Flavus se mantuvo fiel a Roma, sirviendo como oficial en el ejército romano. Flavus tuvo un hijo llamado Italicus, que se convirtió en uno de los líderes de los queruscos. Poco se sabe de él, pero una de las incoherencias más grandes que nos deja la serie es esta supuesta relación que tenían Marbod y Flavus.
Hay ciertos detalles de esta serie que me echan para atrás, dada la tendencia que se está dando en este tipo de series desde que History Channel lanzara Vikings. Este tópico de bárbaro contra civilizado está durando demasiado. Hay una frase de Thusnelda antes de la batalla: ‘valemos más que tres romanos’. Amiga, si algo venció a Roma fueron los números. Pocas batallas perdió en superioridad numérica. El personaje sádico de Germanicus tampoco encaja en el proto césar que era y la incoherencia del campo de prostitutas cae por su propio peso.
Es de agradecer la propuesta de esta segunda temporada. Los elementos que hicieron buena a esta serie siguen presente. La ambientación y la autenticidad lingüística es encomiable. Los actores principales dan la talla, pero las cuotas de Netflix hacen que se pierdan un poco en su misión. La fotografía y efectos especiales si que mejoran a temporada anterior. Me da rabia porque el potencial que tenía esta serie era grande y creo que no ha acabado de despegar. Disfrutable pero sin más.
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