Borgen es una palabra que viene del danés y literalmente significa ‘castillo’. Esto hace referencia al Palacio de Christiansborg, que es donde se desarrolla la vida parlamentaria danesa. Haciéndome eco de la noticia de que Netflix que se había comenzado a rodar la cuarta temporada de la serie de Borgen, juntándolo con la recomendación de un amigo sobre esta serie me he lanzado a verla. Y poco me ha durado, aunque tengo que reconocer que la tercera temporada me ha costado algo más que las otras dos anteriores.
Borgen es una serie de ficción política danesa que se emitió hace ya alrededor de una década por DR (Danmarks Radio). Escrito el guion por Adam Price actualmente la podemos encontrar íntegra en Netflix. Si bien la protagonista principal es Birgitte Nyborg, primera mujer en alcanzar el cargo de Primer Ministro de Dinamarca, la serie no solamente se va a centrar en hablar de política, sino en la serie de poderes que confluyen en la vida parlamentaria danesa y que harán que este personaje viva situaciones tan duras como reales.
Este equilibrio de poderes se componen de la vida parlamentaria danesa, el periodismo y la conciliación familiar. En el plano político la serie no descubre nada nuevo. A lo largo de las tres temporadas, con mayor o menor acierto, en cada una de ellas se van a plantear situaciones que son de bastante actualidad, como puede ser el hecho de acoger a refugiados, la igualdad entre las condiciones laborales del hombre y la mujer, etc. Eso se conjuga con el hecho de la dura vida parlamentaria, donde se ha de luchar para llegar a acuerdos, de los juegos y maquinaciones que se dan entre políticos para poder conseguir los objetivos. De cómo convivir entre el idealismo y la realidad y ver a los personajes siempre jugando (o cayendo) con la tentación por alcanzar siempre más poder.
Otro de los ejes principales por los que transita la serie es el poder de la prensa en la vida política del país. En este caso la gran figura que representa este mundo es Birgitte Hjort Sørensen, que interpreta a la periodista estrella del momento, Katrine Fønsmark. Estando en la TV1, vamos a conocer al equipo que se encarga del plano político (Hanne Holm, Torben Friis, Pia Munk y Ulrik Mørs). Y es un equipo que siempre está en el filo de la navaja, intentando estar haciendo buena televisión. Pero, ¿qué es el buen periodismo? En el otro extremo estará Michael Laugesen, dirigiendo un periódico totalmente sensacionalista. No quiero meterme en detalles particulares de uno u otro suceso, sino que la serie a través de los personajes como Katrine o Hanne en una posición mucho más consciente de la influencia del periodismo van a plantear cuáles son los cotos de la actividad periodística en el día a día del pueblo.
El último pilar en el que se sustenta la serie es el de la conciliación familiar, y es el que más me ha costado aceptar. Ya es cierto que desde bien el principio de la serie, la actividad en Borgen como parlamentario de responsabilidad hace difícil compaginar el compromiso público con la vida en familia. Eso está claro. También el hecho de que estamos hablando de un país con un índice de divorcios del 48%, con lo que debe de ser algo cultural. Y puede que sea por mi forma de ver el matrimonio y la estabilidad familiar lo que hace que no me acabe de encajar este punto. Para ejemplo, los mayores (Bent Sejrø o la madre de Katrine -y rozando el palo-), que son los que aportan ese punto de sabiduría y cohesión familiar. Si es un reflejo de la sociedad danesa, me vienen dos cosas a la cabeza, menudo caos tienen los niños en la cabeza y la otra es que está muy bien tratado en el plano emocional, sobre todo con las grandes actuaciones que tiene esta serie. Aunque haya situaciones algo forzadas, como la Torben y Pia, y no del todo bien resuletas.
Y es que es una serie que aun contando con grandes protagonistas como pueden ser Katrine o Birgitte. Hay mucho personaje secundario que forma esta escala de grises entre los tres pilares que hemos mencionado antes. El más claro de todos ellos puede ser Kasper Juul (Pilou Asbæk -Euron Greyjoy-), que es el spindoktor (asesor de comunicación) de la Primera Ministra, un personaje de un oscuro pasado que es un auténtico descubrimiento, y que entiende como funciona el juego. Luego está Hanne Holm, periodista que también sabe ser crítica pero a la vez objetiva. Michael Laugesen es el perfecto villano, otra figura que oscila entre la política y el periodismo. Y muchos otros.
Hemos tenido que irnos a 10 años antes y a un momento de ninguna presión política para encontrarnos con una serie donde los protagonistas principales son mujeres. Y además son grandes personajes. Recuerda un poco al Ala Oeste de la Casa Blanca pero a la danesa. Si bien es verdad que no llega al nivel de la obra de Aaron Sorkin. Además permite disfrutar de una Copenhague en todo su esplendor. Con una factura técnica muy conseguida, Borgen es una serie de un gran realismo. Espero con ganas la cuarta temporada ya en producción.
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