El único adjetivo que se me ocurre al terminar la nueva temporada de Castlevania: Nocturne es de auténtica maravilla. Es innegable ver la evolución que ha tenido las series que Netflix ha ido produciendo desde que la productora se animara a realizar producciones propias de este género. Recuerdo que para la primera Castlevania y otras producciones similares, se recurrió mucho de CGI. La última temporada de Castlevania: Nocturne nos viene a decir que Netflix se ha tomado muy en serio este tipo de género, mejorando mucho la calidad de la animación. Mención especial a los primeros planos de esta temporada, brutal la forma que nos hace sentir alguno de ellos.
La primera temporada terminaba con un capítulo espectacular donde hacía acto de presencia Alucard, hijo de Dracula, para hacer converger la franquicia original con la saga de Nocturne. Erzsebet Bathory se erige como villana absoluta, aunque por el camino perderá a su predilecta, Drolta Tzuentes, que caerá en batalla contra Alcuard. También nos dejaba unos protagonistas como Richter, Maria y Annette, muy interesantes. Todo hacía pensar que la segunda parte sería similar, y no nos hemos equivocado.
Los hermanos Adam y Sam Deats son los encargados de dirigir esta segunda entrega, que nos traerá otros ocho episodios. Volverán los mismos protagonistas, ya que es una continuación directa de los eventos del episodio 8 de la última temporada. En mi opinión, esta segunda parte supera en mucho a la primera por varias razones.
La primera es en el desarrollo de las escenas de acción. El clímax que cerraba la temporada anterior presagiaba que esta iba a ser por todo lo alto. Con las nuevas habilidades de Richter y la aparición de Alucard la cosa prometía. Solamente con la escena inicial de Alucard en Egipto sabíamos que la cosa iba en serio. Absolutamente todas las secuencias de la serie, comenzando por Egipto, son una maravilla. La escena final de París es gloria bendita, donde todos hacen acto de presencia, menos Tera, a la que se le echa un poco de menos.
La segunda razón por la que esta temporada supera a la primera es la capacidad que ha tenido la saga de reinventarse. Castlevania corría el peligro que los vampiros no tuvieran una repercusión más allá de la Wallakia del medievo. Fue una grata sorpresa comprobar que los guionistas nos propusieran una historia ambientada en la Francia de la Revolución. Aunque haya cosas que no sean propiamente aceptables, como las mujeres oficiales, creo que está bastante bien conseguida la adaptación a un entorno diferente al conocido.
Donde creo que se atasca un poco la serie es en el desarrollo de los personajes. Está claro que la primera temporada se centró en el trío que formaban Richter y María, junto con su madre Tera. Conocíamos los miedos de Richter al no querer desplegar su magia, su enfrentamiento con Olrox en forma de serpiente y la muerte de su madre. En menor medida, Maria recoge el testigo después de los eventos del último capítulo de la temporada anterior, cuando Erzsebet convierte a su madre en vampiro. Hará un viaje de venganza personal con un final brutal. Richter y Annette acompañarán a Alucard.
Me gusta mucho como emerge la figura de Juste Belmont, que cogerá más protagonismo esta temporada, como la parte sabia de los Belmont. El músculo de los cazavampiros lo aportará Richter, que junto a Alucard y Annette irán a París. Como era de esperar, el hijo de Drácula cogerá mucho protagonismo y se convierte casi en el protagonista de la temporada. Casi todas sus apariciones mejoran la escena.
Castlevania: Nocturne sigue siendo una serie de animación para adultos, donde hay bastante elementos que no la hacen recomendable para los más pequeños. Al ser una serie de vampiros adulta, sigue apretando con escenas de terror y suspense, aunque en esta segunda temporada hay aspectos que se han relajado un poco, como las escenas explícitas entre Mizrak y Olrox o la mezcla curiosa entre templarios, religión y vampiros. Se detecta alguna cuota de Netflix, pero es tan pequeña e insignificante que es muy perdonable.
El elemento que puede que haya sido el que más ha mejorado esta temporada respecto a las anterior o de la saga original es el ritmo. Son 8 capítulos que no dan respiro, Nocturne te clava los colmillos en el primer episodio y te posee hasta que finalizas la temporada. El ritmo es altísimo, la sucesión de batallas, diálogos complejos y las situaciones tan complejas como intensas que vivirán los protagonistas hacen que en el momento que terminas el episodio tengas muchas ganas de dar a siguiente cuando te salta el botón. La canción de Bloodlines, compuesta por Trevor Morris y Trey Toy, realza algunos de esos momentos, llevando la épica al máximo nivel. Aunque el vídeo de a continuación es de la primera temporada, vemos a la misma Ari Mason cantando el tema de Bloodlines en la escena más épica de la primera temporada:
Esta segunda parte sirve a Castlevania: Nocturne para asentarse como una franquicia que tiene mucho que decir en el futuro. Es cierto que al principio se propuso esta saga como una serie de tres partes. El final de esta segunda parte cierra muchos arcos, o la mayoría de los importantes, dejando la duda de si realmente la tercera temporada o parte llegará a nosotros el año que viene. Netflix todavía no ha confirmado que vaya a traer la tercera parte. Y honestamente, si la cierran aquí está muy bien cerrada. Así que tocara revisitar esta épica saga en un tiempo, porque salvando las cuotas y algún mensaje, es una cosa preciosa.
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