Me hubiera gustado poder acercaros hace tiempo esta película, pero la vida a veces puede ser muy complicada. Gracias a ello poco a poco ha ido cambiando mi percepción de esta obra de Dexter Fletcher. La podría comparar con un buen vino, que a medida que pasa el tiempo y la vuelves a ver, te parece que el producto mejora. Y aunque no va a ser una película de género y que marcará historia, la manera en la que Fletcher ha juntado estos géneros de deportes, drama y algo de humor hacen de ‘Eddie The Eagle’ de visionado obligatorio.
En primer lugar la historia. Si, ya sé que justamente la historia o el guion están lleno de tópicos que funcionan. Pero si echamos la vista atrás nos encontraremos con muchos ejemplos de películas en la que este tipo de historia no acaba de cuajar y no engancha con el espectador. En este caso no. Te atrapa a los 10 minutos, no hace falta mucho para acabar de encariñarse con Eddie Edwards, y de eso tiene mucha culpa Taron Egerton, que lo encarna a la perfección.
Eddie Edwards se convirtió, después de varios intentos en otros tipos de deporte, en el primer británico que formó parte del equipo olímpico de invierno, compitiendo en la modalidad de salto. Para llegar a ello tuvo que sufrir durante mucho tiempo, ya que digamos, Eddie es una persona poco convencional. Poco convencional, pero con una voluntad de hierro.
Obviamente las dificultades para que Eddie pueda llegar a su objetivo son muchas y dispares. La carencia de experiencia, no tiene entrenador, el comité olímpico británico busca librarse de él y unos compañeros que se burlan. Pero poco a poco, con tesón y empeño va cambiando la percepción que tienen todos y cada uno de ellos sobre nuestro protagonista. Lo que comenta Matti Nykänen en el ascensor al subir al salto de los 90 metros: ‘solamente ellos dos comprenden lo que significa ese deporte. Ese momento en el aire, cuando solo importas tú y tu salto, es donde realmente se sienten libres’. Esa es la grandeza de Eddie, y lo que le lleva a triunfar.
Su voluntad se suma a los otros dos grandes atractivos que he encontrado en esta película. Hugh Jackman, que sin ser protagonista lo borda. Sinceramente, el nivel de Jean Valjeant en ‘The Miserables’ o el de Robert Angier en ‘El truco final’ no creo que lo volvamos a ver en mucho tiempo. Pero su papel de entrenador, como Bronson Peary (antigua leyenda frustrada de salto), es una de sus mejores representaciones que le he visto hasta la fecha.
La otra pareja que me seduce son los padres de Eddie. En especial el papel que hace Jo Hartley, como Janette, la madre de Eddie. Sin desmerecer a Keith Allen, pero a todos nos encantaría tener una madre tan comprensiva como lo fue Janette con Eddie y su sueño. Los momentos que pasan delante de la televisión apoyando a su hijo mostrándoles su cariño es genial, empatizas enseguida con esta maravillosa pareja.
Ya para acabar, y hasta que no la vi hace poco, no me había llamado tanto la atención. La banda sonora compuesta por Matthew Margeson es una maravilla. Un artista para mi desconocido, pero que hace uno de los scores que mejor encajan dentro de una película. Es sobresaliente como ensalza la escena en algunos momentos de la película, sobretodo recuerdo dos: el momento de la entrada a la pista de la competición y el salto final de los 90 metros, donde ya estalla la Eddie-manía. Además, a título personal, es genial ese ambiente ochentero al que te traslada.
Puede que sea porque soy un enfermo de los deportes, o porque este tipo de historias de superación personal me vuelven loco, pero Eddie de Eagle me parece una de las mejores, por no decir la mejor, película de deportes que he visto en los últimos años. Imprescindible para pasar un buen rato.
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