Es imposible negar que ‘El Juego del Calamar’ ha sido una de las sensaciones de las últimas semanas en Netflix. Tanto por lo éxotico de su procedencia como por el impacto que ha tenido y las polémicas que ha causado. No voy a querer entrar en las polémicas que la gente ha pretendido trasladar a la opinión pública, pero la mezcla que propone esta serie da pie para ello. Obviamente separar la parte cruda de la serie con la parte más infantil es difícil, pero a la vez necesaria si se quiere sacar todo el jugo a lo que propone ‘El Juego del Calamar’.
El concepto de esta serie lo deja muy claro desde el principio. El hombre, por mucho que crezca, siempre va a tener la pasión del juego que tenía desde niño. O dicho de otra manera. Independientemente de la edad de la persona, la pasión por el juego siempre permanece. Obviamente en este caso, la serie se centra en los perfiles de personas que más apuestan en la vida. Con gran acierto, la serie traslada el concepto de apuesta no simplemente al concepto directo de la apuesta deportiva, como se realiza en la presentación de Seong Gi-Hun y las carreras de caballos, sino que, en este caso, se refiere a cualquier tipo de apuesta que se realiza en la vida. La apuesta por una vida mejor, donde Kang Sae-Byeok busca en Corea del Sur una mejor alternativa de vida a la que tiene en Corea del Norte o la apuesta por tener más dinero traicionando al sistema, donde Cho Sang-Woo intenta estafar al sistema por una vida mejor. Podría poner otros ejemplos, pero creo que queda claro que en esta serie se han aportado casi todos las acepciones de la palabra ‘apostar’.
La premisa que plantea está muy clara. ‘El Juego del Calamar’ es un desafío entre todo este tipo de calaña para ver quien es el superviviente. Ese superviviente se va a llevar un bote suficientemente goloso que va a poder sacarle del problema en el que se ha metido en la vida y vivir plácidamente el resto de su vida. Esa premisa sirve y es factible hasta el final del primer episodio, donde los participantes se dan cuenta que se han metido en un juego muy peligroso, donde o triunfas o mueres. El momento de Luz Verde, Luz Roja es bastante espectacular y sirve para ver la crudeza a la que tanto los participantes como los espectadores nos vamos a enfrentar.
A partir de ahí, la serie nos invita a explorar las realidades de cada uno de los personajes. Nos plantea a nosotros el poder valorar el precio del premio y ver si en la balanza vital de cada uno la apuesta definitiva merece la pena. Desde mi punto de vista es cierto que el primer juego es el más impactante, pero no deja de ser como una carta de presentación, lo importante viene después. Y no es solamente por los juegos en sí, sino más bien en todo el desarrollo psicológico que se establece entre los participantes. Me ha hecho gracia comprobar que se cumplen bastantes de los estereotipos que se dan en series de anime. Tenemos el grupo de los héroes, en el que el nexo no es el de la persona más cualificada, pero si el que tiene más aptitudes sociales. Esa persona se va a rodear de otras con sus mismos valores y encontrarán una serie de eslabones sueltos que van a ser fundamentales para el éxito del grupo. En la otra cara de la moneda tenemos el grupo de los matones, donde el matón supremo se cree/hace el rey y se rodea de toda plebe servicial a sus propósitos y demás víboras que mutarán de lealtades. Muy Tokyo Revengers.
Una vez se han establecido todos estos parámetros, es cuando de verdad empieza ‘El Juego del Calamar’. Una serie de juegos mortales en los que se van a filtrar a los diferentes participantes para ver quien es la persona que tiene mejor instinto y capacidad de supervivencia. Son una serie de juegos muy entrañables, que harán recordar la infancia (de ahí la polémica actual con que se hayan vuelto a poner de moda en los colegios), pero que tienen un desenlace fatal para los perdedores. Las canicas y el sogatira como juegos más clásicos o el juego de la Galleta Dalgona o el puente de cristal son el preludio de la batalla final que se vivirá en ‘El Juego del Calamar’. Cada juego va a presentar batallas y desafíos entre los participantes, colaboraciones entre compañeros de equipo y traiciones tanto entre compañeros como de rivales. Como veis, es vivir en la jungla (¿o era sobrevivir?). En cualquier caso, la aventura será dura y dejará momentos tanto trágicos, como las traiciones a Ali y al Abuelo en las canicas, como reconfortantes, donde la arpía se lleva por delante al matón en el Puente de Cristal.
Se la ha criticado por ser demasiado explícita. Es cierto que la serie tiene puntos donde lo sádico de la competición hará remover tripas sensibles. Pero es precisamente uno de los puntos en los que el director, Hwang Dong-hyuk, ha querido profundizar. No obviamente en el punto de enseñar vísceras o heridas candentes, sino en la crítica social que se esconde detrás de cada juego. En boca de su director: “Quería escribir una historia que fuera una alegoría o una fábula sobre la sociedad capitalista moderna, algo que representa una competición extrema, algo así como la competencia extrema de la vida». Y vaya si lo ha conseguido enganchar. Ya es el estreno más visto de siempre de la plataforma para una serie de habla no inglesa. El echo de que los participantes sean solamente números ayuda a sensibilizar de esta crítica social, donde las grandes empresas están acostumbradas a tratar a sus empleados de la misma manera, y, salvando las distancias, desahacerse de ellos como si fueran simples dígitos.
Los elementos que atrapan en la serie son diversos. Obviamente ya hemos hablado del contenido de la historia y de las diferentes situaciones que la serie plantea. La serie de juegos sencillos beneficia que el espectador se sienta incluido (sería muy difícil que alguno que viera la serie no haya jugado a ninguno). Además, al ser juegos sencillos, la serie tiene más tiempo para desarrollar las relaciones que tienen los diferentes participantes. Eso da pie a que los eventos de despedida de cada uno de ellos sean especiales. Otro aspecto que es bastante positivo es la presentación de la isla y el Juego. Con una estética de videojuego (con todas esas escaleras), esta serie koreana ha querido traer ese juego de luces tan característico de los paises del sudeste asiático.
Evidentemente, todo lo que rodea al Juego en sí está muy bien tratado, expone una dinámica que se descubrirá que lleva siendo así durante años y deja varias preguntas en el aire. Crea la ilusión de entrada en un mundo en el que tu vida pende de un hilo y no es precisamente la persona la que lo controla. Se consigue el efecto de crear un halo de misterio y hacer participe al espectador del miedo que rodea a los concursantes. ¿Quién es el personaje de negro y cómo ha adquirido ese poder? ¿Cuál es la estructura y los roles de cada uno de los organizadores del juego? ¿Cuál es el propósito y de donde salen los VIPs? ¿Quién era en realidad Oh Il-Nam (el Abuelo) y que se busca con este Juego? ¿Cuál es el verdadero rol del reclutador y si es cierto que escoges tu camino en el juego entre el papel azul y el rojo? ¿Quienes fueron los anteriores ganadores? ¿Realmente está muerto Jun-Ho (el policia) y los vídeos y las fotos se llegaron a enviar? ¿Cuál es el significado de los signos en la tarjeta?
Todas estas preguntas, y otras tantas, quedan en el aire. Hwang Dong-hyuk todavía no ha confirmado que vaya a haber una segunda temporada. Es más, ha planteado diferentes subtramas para no volver a repetir la trama principal. La historia de Gi-Hun, la del Policía o la historia del reclutador. En palabras del mismo Dong-hyuk: ‘La primera temporada termina con Gi-hun dándose la vuelta y no subiendo al avión a Estados Unidos. Y esa fue mi forma de comunicar el mensaje de que no debemos dejarnos arrastrar por el funcionamiento competitivo de la sociedad, sino que debemos comenzar a pensar en quién ha creado el sistema y si hay algún potencial en nosotros para darnos la vuelta y plantarle cara’.
No nos dejemos llevar por las emociones y disfrutemos de esta temporada. Ya veremos si tenemos continuación, pero ya de por sí si solamente fuera de una sola temporada ‘El Juego del Calamar’ merece mucho la pena. No apto para personas sensibles.
Puntúa el post
Hay muchas reflexiones que yo no había hecho de la serie, me ha encantado el post
He visto la serie y a pesar de la crudeza me ha gustado.Tras leer el post me planteo más temas…Gracias