En 2013, Hayao Miyazaki se retiraba presentando ‘El Viento se Levanta’. Inicialmente la intención de Miyazaki era la de hacer una secuela de ‘Ponyo en el Acantilado’, pero Toshio Suzuki le quitó esa idea de la cabeza y le animó a adaptar el manga que había sacado en 2009 sobre la historia de Jirō Horikoshi. A Miyazaki no le costó mucho abrazar esta idea ya que como se puede revisar en su obra, llevar a cabo una historia donde se podría recrear en el diseño de aeronaves era una tentación demasiado grande. Todo un caramelo que no podía desperdiciar.
Principalmente la historia va a girar en torno la figura de Jirō Horikoshi, uno de los grandes ingenieros aeronáuticos de Japón de comienzos de siglo. Se le conoce principalmente por ser el diseñador del caza japones Zero, pero esta película aprovecha la oportunidad que da el periodo de entreguerras mundiales para hacer un viaje por Japón y la Europa más clásica de la mano de Jirō. Es una mezcla perfecta entre hechos históricos y permite a Miyazaki recrearse con lo que mejor sabe hacer, historias con las que el espectador pueda engancharse y luchar, sufrir o disfrutar con sus protagonistas.
Fiel al estilo pacifista de Miyazaki, la película respira un aire muy poco belicoso. Curioso dato, que todos los protagonistas están embarcados en el diseño de aviones de combate. Pero aún así Miyazaki se las arregla para evitar entrar en el terreno de la violencia y gracias a figuras como la de Giovanni Battista Caproni, un ingeniero italiano que se aparece en sueño a Jirō y que le guía en su camino de artista e ingeniero. Caproni realmente existió y una de sus mayores proezas fue el diseño del «Caproni Ca 309 Ghibli», que inspiró el nombre del estudio.
No le faltó polémica a Miyazaki por esta película ya que tanto la derecha como la izquierda política del país nipón tenía armas para echarle en cara. La derecha (principal facción política del país) le acusó de que su película tenía un mensaje demasiado pacifista, la izquierda de que fomentaba la figura de un diseñador de aviones de combate, e incluso al gente se quejaron de que los protagonistas fumaban mucho en una película enfocada para los niños.
Igual ese es el problema, que esta película, con la que Miyazaki cerraba su etapa en Ghibli, se creía que iba a recuperar la esencia de sus primeras películas, como Nausicaä o Totoro, pero lo que en realidad trae Miyazaki es un viaje histórico por las primeras décadas del Japón imperialista. Las películas de Miyazaki siempre se han caracterizado por ser de un ambiente familiar y para todos los públicos. En este caso con ‘El viento se levanta’ va a tocar temas más profundos y eso hace que la película sea catalogada para mayores de siete años. Sobretodo el drama que adquiere la historia de Nahoko y Jirō.
Una vez finalizada la era Meiji, Japón se había convertido en un país industrial y comenzaba a ser consciente de que para que pudiera ser considerado importante tenía que dar un salto en la calidad de de su industria. Esto se palpa en el viaje que hacen Jirō y Honjo a Alemania, donde van a visitar la potente industria alemana. Durante la era Meiji y la posterior, la era Taishō, era bastante habitual que los más notables de cada campo hicieran este tipo de viajes para aprender de Europa y llevar el conocimiento a Japón.
Además de proponer este viaje histórico, una de las catástrofes más importantes de comienzos de siglo en Japón supone una oportunidad perfecta para que Miyazaki pueda contar el romance de Jirō y la que sería su mujer, Nahoko Satomi. El incidente es el gran terremoto de Kantō de 1923. En un viaje en tren a Tokio, Jirō y Nahoko se encuentran brevemente y aunque sus caminos se separan justo después de la catástrofe, la semilla de ese encuentro nunca se va a desvanecer. La vida de Jirō sigue adelante, ya que está muy comprometido con su trabajo, pero algo no encaja.
‘El viento se levanta’ demuestra una vez más que Miayazaki es una artista a la hora de contar historias en los que dos personas se encuentran con el destino de estar juntas. La casuistica de la película hace que años más tarde, y gracias a que el viento se levanta, Jirō y Nahoko se vuelvan a encontrar, esta vez para no volverse a separar. La reflexión de la historia de esta pareja me parece de los más exquisito que ha hecho Miyazaki en su larga carrera como guionista. La capacidad de dar un giro dramático a una obra que hasta ese punto no parecía tener ese propósito es sublime. Probablemente uno de los aspectos que más me gustan de Miyazaki es el valor que le da a la familia tradicional y la manera de contar de como se debe de cuidar.
Aunque pueda parecer lenta en un principio y sin mucha historia detrás salvo la de un ingeniero que está descubriendo y diseñando el futuro, ‘El viento se levante’ crece a medida que avanza y sus personajes van madurando con el paso de los años. Me ha gustado mucho el realismo con el que refleja la sociedad japonesa de los años ‘30. El compromiso con el trabajo, el valor de la familia, lo exquisito del trato social son detalles que si has viajado a Japón y/o conoces algo de la cultura japonesa, puedes descubrir en esta obra, y te quedas prendado de ella.
Me cuesta expresar algunos detalles de los que se cuentan en esta película. Es un film cargado de simbolismo y que sin duda requiere de un visionado (o revisionado) atento. Joe Hisaichi vuelve a brillar a Miyazaki a los mandos de la banda sonora. La composición cuenta con temas brillantes en los momentos que la película vuela con los aviones, pero también dulces y melancólicos en la historia de Jirō y Nahoko. Como curiosidad, contó además con la participación de Hideaki Anno (Neon Genesis Evangelion), en este caso para dar voz a Jirō. Gracias a los kami, lo que iba a ser la despedida de Miyazaki se ha convertido en un hasta luego, ya que se está preparando para su nuevo lanzamiento. Aquí estaremos atentos.
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