Hace poco tuve la oportunidad de finalizar mis estudios en una importante escuela de negocios. Me sorprendió un comentario que se hizo el día de la presentación del curso. El activo más importante que tiene la empresa son las personas que forman parte de ella. Nada se dijo de la estrategia, de la cuota de mercado ni de la optimización del margen de contribución, eso vino más adelante. Fue una reflexión que me quedó grabada a fuego. Lo que no esperaba era encontrármela de una forma tan directa en esta película dirigida por Eva Longoria.
Flamin’ Hot trata de la historia de Richard Montañez (interpretado por Jesse García) y de como su empeño y ganas cambiarían el mundo. Richard tuvo una infancia y juventud difíciles, y apenas tiene para mantener a su esposa, Judy (Annie González). Había probado de todo, incluso bandas ilegales. No fue hasta que Judy quedó embarazada que la pareja estuvo de acuerdo en que las cosas tenían que cambiar. Ahora, padre de dos hijos, necesita encontrar un proyecto estable que de sustento a su familia. El destino le puso delante de sus narices la oportunidad de ir a trabajar a Frito-Lay, filial de PepsiCo, como conserje.
García y González traen una química interesante como pareja con dificultades económicas. Se conocen por primera vez cuando eran niños. Él, hijo de trabajadores agrícolas, sufre acoso en el comedor y en casa y su conexión en el patio del colegio les lleva a ser inseparables, ya que tenían en común ser los niños morenos de una escuela primaria predominantemente blanca. La juventud de Montañez se cuenta en una voz en off a veces jocosa, a veces autocrítica y siempre optimista que suaviza los límites de su infancia, que incluyen la intolerancia rutinaria y el racismo absoluto, pero también la brutalidad y el juicio de su padre, Vacho (Emilio Rivera). La película planea de forma muy suave sobre el racismo que sufrieron los hispanos y los negros en los años 70, 80 en California.
La segunda reflexión que me deja este simpático matrimonio es la fidelidad que se tienen el uno por el otro. Aquí la que brilla más es la figura de Judy, ya que Richard es el protagonista de la película, y la historia nos cuenta sus ideas y venidas tanto en la empresa como en la relación que tiene con su padre. Me gusta que se muestre ese amor incondicional que hace que en el momento de más tormento y tribulación en Richard, aparezca Judy como salvadora, apostando todo, incluso a comenzar desde cero, por su marido.
Eso hace que Richard tenga la capacidad de ver las cosas con mucho más optimismo y pueda centrarse en su obra maestra. Richard lleva ya unos años en la empresa, y ésta comienza a mostrar sus primeros signos de fatiga cuando tropieza en uno de sus descansos con un video de Roger Enrico (Tony Shalhoub). En ese video, invita a cualquier persona de Frito-Lay a que «piensen como un director ejecutivo». A partir de ese momento entramos en la secuencia interesante de la película, que es el viaje con su familia para dar con la receta secreta del famoso picante que encontramos en las patatas de hoy en día.
Una de las cosas que aprendí en el máster es que si tienes hay que potenciar la parte emprendedora. Si se tiene hay que potenciarla, y aquí Richard Montañez nos da una masterclass de lo que es ser buen emprendedor cuando se tienen las ideas claras. Desde el momento en que ingresa a las instalaciones de Frito-Lay, Montañez es un aprendiz tenaz, hace preguntas sobre procesos químicos, el funcionamiento de las máquinas, nadie consigue saciar su curiosidad. Eso le lleva a conocer a Clarence Baker, un ingeniero que conoce las tripas de la fábrica como si él la hubiera diseñado. Me ha encantado el proceso de formación y el binomio que forman Richard y Clarence.
Pero, ¿que oportunidades tiene un conserje de convencer a todo un CEO de PepsiCo de crear una línea de negocio nueva? Tenemos la imagen de una CEO rodeado de analistas y consultores que van a buscar el dato: margen de beneficios, tamaño de mercado, viabilidad y coste de la oportunidad. Nada de eso importa. Si no el cambio, y las personas. Abrir un nuevo mercado de cero tiene la característica que te enfrentas a lo desconocido, y sobre ello no hay competencia a la que te puedas comparar. Las ganas y el optimismo superan al frío cálculo y dejan el mensaje claro que la forma de llegar a las personas y los motivos de hacer algo importan más que el hecho de que seas solvente y ganes dinero.
La película supone el debut como directora de Eva Longoria. El guion está a cargo de Lewis Colick y Linda Yvette Chávez, fresco y vivo, está cargado de lecciones de autoestima en todo momento. La banda sonora acompaña a que la película mantenga su clima entre el drama y la comedia, y acaba dejándote una sonrisa. No me voy a meter en discutir si Montañez fue el verdadero inventor de la receta, hay quien cree lo contrario. Para mí Flamin’ Hot es un sabroso descubrimiento. Altamente recomendable.
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La vio mi hermano y me la recomendó encarecidamente, ahora tras leerte, ya me queda claro que es visita obligatoria.