Hoy tengo ganas de presentaros una serie de la que estoy sencillamente impresionado. Una vez acabada la segunda temporada me parece un buen momento de hacer algún análisis, o de introducir la serie a quien no la haya visto y/u oído hablar de ella. House of Cards nos cuenta la historia de un congresista llamado Frank Underwood y su manera de manejar los hilos del capitolio. El episodio piloto de la serie parte de una trama aparentemente sencilla, pero a medida que la serie evoluciona, también lo hace su historia, que se vuelve más compleja. El objetivo final que persigue la serie es mostrar que lo realmente valioso en este nuevo siglo no son el oro, joyas o títulos. En el siglo XXI lo que realmente te da poder es la información.

Estremece la frialdad con la que el congresista se enfrenta a todas sus decisiones. Digo estremece porqué realmente te deja helado con algunas de sus reflexiones y decisiones. Tan real es todo, tan sumamente creíble, que de verdad piensas que son hechos que pueden ocurrir, no voy a spoilear, pero hay situaciones y momentos de la serie que son realmente antológicas. Podemos comprobar como en este mundo el fin justifica los medios, por escabrosos que estos sean. Las tramas hacen que uno se sobrecoja y se quede hipnotizado, sin saber cual será el siguiente movimiento, y eso amigos es lo fundamental.

Otra de las claves de la serie es el reparto. En mi humilde opinión, me parece que en los personajes principales se ha acertado de lleno. Kevin Spacey está maravilloso como congresista, parece que nació para interpretar este papel. Su esposa Claire (Robin Wright – La Sombra del Poder) hace un trabajo también increíble. Otra cosa que llama la atención es el matrimonio que forman. Son dos personas ávidas de poder que saben que es mejor ser aliados que convertirse en enemigos, nominados a los Emmy ambos por su maravilloso trabajo.

Pero el reparto no se traduce solamente es estas dos personas, se rodean de un equipo que sabe cumplir con muy buena nota, como Michael Kelly en el papel de Doug Stamper, el ayudante fiel, Reg E. Cathey como Freddy, dueño de local que me algún día me gustaría descubrir, o Kate Mara como la periodista Zoe Barnes, que se aprovecha de los favores de Underwood. A medida que avanza la serie, aparecen nuevos personajes que enriquecen la trama y dan solidez al argumento. Tendremos un más que convincente Micheal Gill como Garret Walker, presidente de los Estados Unidos, o la aparición de Gerald McRaney como Raymond Tusk, personaje estrella de la segunda temporada, que interferirá en los intereses de Underwood llevando una guerra política hasta los mismos sillones del despacho oval.

A nivel técnico se nota que no han faltado recursos. Todo está muy bien ambientado y no falta detalle alguno. Primeramente en el Congreso y posteriormente la Casa Blanca están muy bien construido. El punto diferencial son los selfies que se marca el amigo Underwood, medida que involucra directamente al público dentro de la serie, un recurso que sorprende mucho, la verdad, miradas, gestos, etc. Para hablar de lo bien que está producida sólo hay que mirar los premios Emmy del 2013, donde se llevó los siguientes galardones:

–      Mejor fotografía de una sola cámara en una serie dramática

–      Mejor reparto en una serie dramática

–      Mejor dirección en categoría de drama

Me gustaría diferenciar esta serie de su prima lejana, El Ala Oeste de la Casa Blanca. Ambas explican la vida política de Washington, pero desde prismas diferentes. Son dos series políticas de cabecera. Cada una con sus muchas ventajas y muy pocos inconvenientes a destacar. Solamente espero que os guste, dejándoos una reflexión para el final:

«You are talking to God, Raymond» (Frank Underwood)

Dirección

Reparto

Producción

Ámbientación

Guión

Puntuación

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