Ufotable crea adicción. El viaje de este estudio hacia el estrellato está siendo meteórico. Ya conocíamos alguna de sus obras como la saga Fate/Stay o Tales of Zestiria. El legado de este estudio tiene hitos históricos como tener la película con más recaudación de la historia o ser uno de los de los que cuentan con más premios en los diferentes certámenes de premios de animación. Kimetsu no Yaiba está creciendo para convertirse en una de las series de animación que van a ser recordadas seguro por muchos años.
Esta tercera temporada venía precedida de un estreno en el cine, que, si no eras fan de la franquicia, iba a saber muy poco. Incluso los que somos soldados de la obra de Koyoharu Gotōge salimos con dudas de lo que nos iba a deparar esta tercera temporada. Veníamos con un nivel altísimo en el arco del Distrito Rojo, donde Tengen se iba a aliar con los cuatro inseparables compañeros y juntos derrotarían a una luna creciente. Este logro iba a traer sus consecuencias, y gracias al avance en la gran pantalla, pudimos introducirnos en el arco que Haruo Sotozaki, director del anime para Ufotable, iba a presentar.
Como ya pudimos comprobar en el cine, el Arco de la Aldea de los Herreros comienza con varios frentes abiertos. En un despliegue visual del que me cuesta recordar algo semejante, la historia nos lleva al castillo infinito, donde Kibutsuji Muzan está buscando la fórmula para replicar una medicina basándose en el lirio azul. Hasta que no hemos cerrado la temporada no hemos podido saber cuáles eran las intenciones de este gran villano, ahora sí. Tras la pérdida de una Luna Creciente, convoca al resto de secuaces y trama un plan para golpear a las Cazadores de Demonios donde más les duele.
No tiene mucha fortuna, ya que el envío de dos lunas crecientes, la cuarta y la quinta, coincide con la llegada de dos Pilares de los Cazadores más la de nuestro protagonista, Kamado Tanjirō. Tras los eventos en el Distrito Rojo, cuando se le mella la espada (sí, otra vez) acude a la aldea de los herreros para que le ayuden a buscar un arma más acorde con su tipo de respiración. Hasta ahora Tanjirō había utilizado principalmente la respiración del agua, pero en ocasiones especiales saca el estilo de Respiración Solar, que le fue enseñado por su padre incluso antes de utilizar una katana.
Esta temporada de 11 capítulos se plantea de una forma similar al Arco del Distrito Rojo, con enemigos nuevos y protagonistas diferentes (salvo el mismo Tanjirō), con lo que podemos ir conociendo más y más personajes de esta obra coral de Gotōge. El único problema es el hecho de que se utilizan fórmulas muy similares a la hora de explorar el pasado tanto de los Demonios como de los Pilares. Que no se me entienda mal, me ha encantado la forma de presentar al Pilar del Amor (Mitsuri Kanroji) y al Pilar de la Niebla (Muichiro Tokito). Kanroji igual un poco pasada de vueltas, pero ya sabemos de que pie cojea la Jump.
Con un capítulo de introducción largo, la acción de los 10 siguientes se va a centrar casi por completo en la lucha contra las Lunas Crecientes, la Luna Superior Cuatro (Hantengu) y Luna Superior Cinco (Gyokko). Al ser dos personajes de características completamente diferentes y tener tan poco tiempo no se pone mucho énfasis en explorar su pasado. No tiene nada que ver con la potencia de la historia (y el paralelismo que tenía ese ejemplo) con la de Gyutaro y Daki en la temporada anterior. Se dan unas pinceladas que permiten un poco (como ya hicimos en casos anteriores) de empatía, sobretodo con Hantengu. Es el mismo Hantengu el que tendrá más desarrollo y dará más problemas a los Pilares con sus transformaciones.
Y es que las luchas están muy bien conseguidas. La animación de Ufotable sigue creciendo y deja estampas para el recuerdo. De lo que ha habido esta temporada, me quedo con las formas que va mostrando Hantengu, sobretodo la final, la del odio y sus dragones de mil cabezas. Pero no solamente de lucha vive Kimetsu no Yaiba, sino de como progresan la pareja de hermanos protagonistas. Y si bien, Tanjirō parece que progresa en el uso de la Respiración Solar, la que nos deja perplejos en el último episodio es Nezuko.
Sotozaki nos va preparando para lo que viene, pero en la escena final podemos ver a Kibutsuji feliz ya que después de tantos años ha encontrado lo que busca. Nezuko es el primer demonio que puede soportar la luz del sol. El motivo, una transformación gracias a la sangre de Muzan que lo permite. Y Kibutsuji la desea. Será una lucha a muerte y se empieza a intuir el principio del ‘final’, aunque todavía queda mucha tela que cortar. Era necesario, y me ha gustado mucho, la exploración que se hace del personaje de Muzan, auténtico villano de la saga.
Esta temporada es una delicia en todos los sentidos. Destaca sobretodo la delicadeza con la que se ha animado y puesto la música. La banda sonora sigue utilizando los temas de Go Shiina, aunque en esta temporada también va a colaborar Yuki Kajiura. Mantiene ese aire místico y feudal del Japón más antiguo. La aldea de los herreros de los Cazadores comparte esa esencia, como por ejemplo vemos en la delicadeza del maestro Hotaru Haganezuka a la hora de forjar la espada de Tokito. Me parece un acierto este tipo de acercamineto a la obra de Gotōge.
Y como ya he comentado, Ufotable vuelve a estar de sobresaliente. Mención especial hay que hacer en los capítulos primero y último. El castillo infinito y el resultado de la batalla contra la Cuarta Luna Creciente y el despertar de Nezuko es una maravilla. Por ponerle un pero, tira demasiado del shōnen más puro, donde me sobra algún grito. Pero temporada excelente. Kimetsu no Yaiba no baja el nivel, y nos alegramos, ya que podremos seguir viviendo la adaptación de esta obra, que de seguro se convertirá en un clásico del anime contemporáneo.
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