La papeleta que tenía Isao Takahata con ‘Mis vecinos los Yamada’ no era nada fácil. Este estreno se encuadra entre dos de las mejores películas del estudio Ghibli, como son ‘La Princesa Mononoke‘ y ‘El Viaje de Chihiro‘. Si algo caracteriza al director y guionista nipón es su capacidad de llevar a la gran pantalla películas con una gran crítica social y que reflejan la estampa de la sociedad nipona en el final del siglo XX.
Las películas de Takahata siempre se han valido de esa premisa, y aunque con Pompoko mezcló con temas fantásticos, los mensajes que dejó detrás de películas como ‘La Tumba de las Luciérnagas‘ o ‘Recuerdos del Ayer‘ permiten explorar un poco el alma de Japón en diferentes fases de su historia y muestran un reflejo de lo que era la sociedad nipona en esos años. Con ‘Mis Vecinos los Yamada’ repite la fórmula, con unos matices muy interesantes, pero que no terminan de completar lo que podía haber sido una gran obra.
El objetivo con ‘Mis Vecinos los Yamada’ es mostrar la realidad de una familia típica de clase media japonesa. Inspirada en una serie de manga de Ichii Hisaichi, esta obra va a tener una estructura un tanto peculiar para lo que se espera de una película. El tradicional inicio, nudo y desenlace va a pasar a tener un formato muy de la obra de Hisaichi, como una concatenación de escenas a modo de viñetas que permitirán explorar diferentes escenas de la rutina diaria de una familia en el Japón del s. XX. Una niña perdida en el centro comercial, el primer ligue de Noburo, las amigas enfermas la abuela Shige, su padre sufriendo por el trabajo y por sacar su vida adelante. Situaciones cotidianas en las que podemos sentirnos identificados.
Puede que éste fuera el gran fallo de Takahata y la razón por la que la película fuera un fiasco en taquilla. Como se ha dicho al principio, estar entre dos de las grandes del estudio y de Miyazaki no es fácil y el sello Ghibli pesa mucho. El dibujo también es otro de los aspectos a destacar. Siguiendo con la estela de la obra de Hisaichi, en esta película se pasa del celuloide empleado hasta ahora a un formato digital y ser la pionera del estudio en estar animada 100% por ordenador y con un formato muy de dibujo a lápiz.
En este caso, la familia que presenta Takahata era la de la burbuja económica nipona, donde todavía se daban las familias ‘grandes’. Los padres Takashi y Matsuko, los hijos Noburo y Nonoko, sin la inestimable contribución de su abuela Shige. Takahata consigue a lo largo de un tanto largas casi dos horas, mostrar las escenas típicas de la familia japonesa. Un padre dedicado al trabajo, una madre amable y enfocada al cuidado de la casa, los niños entre el aprendizaje y el juego.
Pero aún con algún fallo gordo y con un concepto erróneo de película, ‘Mis Vecinos los Yamada’ tiene la capacidad, sobre todo en sus actos iniciales y finales, de dejar mensajes a favor de la familia. Otros de los aspectos que hacen de esta obra casi de culto es el final de cada episodio, donde se deja un mensaje corto o un poema que persigue ese punto crítico tan habitual de Takahata y deja paso a la reflexión del espectador. Bashô
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