Cine en estado puro. Creo que así sería la única forma de describir lo vivido con la primera parte de Mission Imposible: Dead Reckoning. Vivimos en una era de la ¿falta de ideas? Puede que sea una obviedad, pero Hollywood parece carente de originalidad cuando estamos en la época de estrenos y la oferta es Fast & Furious, Indiana Jones, Transformers o The Flash. En este viaje al pasado se busca, desde mi criterio, revivir las sensaciones que tenían estas sagas durante los ‘80 y los ‘90, probablemente una de las épocas doradas del cine.
Y si bien algunos de los títulos mencionados antes suponen ese efímero viaje al pasado, no aplica para la saga de Misión Imposible. Salvando el lamentable paréntesis de la segunda entrega, Tom Cruise ha sido lo suficientemente inteligente para coger la saga y hacerla propia. Aparte del desarrollo de su personaje, ha ido adaptando la franquicia a los tiempos presentes, introduciendo toda una serie de villanos y aliados acorde con lo que se pedía en ese momento. La pata de conejo, la nación secreta y el Sindicato, por poner algunos ejemplos, siempre trataban de problemas actuales (armas biológicas, redes de espías, bombas nucleares). En este entrega la amenaza también es muy actual: la inteligencia artificial.
La forma de presentar esta película debía no ser similar a las anteriores, debe aportar algo diferente, y la seriedad del guion, como quitar el complejo de que todos los personajes sobrevivieran aquí desaparece (de forma dolorosa). Inteligentemente, la presente amenaza que sobreviene en Dead Reckoning es desconocida, pero necesita uno (o más) brazos ejecutores. En este caso, se recurre a un legado pasado de Ethan Hunt, incluso antes de que se uniera al FMI. Aparece un personaje nuevo, conocido como Gabriel, que en su pasado tuvo un encontronazo con Hunt y que fue una de las razones en las que se convirtió en agente y que tiene su peso específico en las alianzas que pudiera tener el personaje interpretado por Tom Cruise.
La contrapartida de este personaje es Grace, una eficaz ladrona interpretada de forma magistral por Hayley Atwell. Si funciona tan bien Dead Reckoning es por la buena química que tiene Atwell y Cruise y la curiosa colaboración que tienen. Si a Atwell le añades a Rebecca Ferguson, Vanessa Kirby y una Pom Klementieff fuera de su personaje de Mantis, el peso específico que tienen las féminas en esta película es mayúsculo. ¿Por imposición? Negativo. Sino por necesidades de guión. Una auténtica delicia todas y cada una de las representaciones.
A parte de Ferguson, vuelven a hacer su aparición los sospechosos habituales de Cruise en Misión Imposible. Sí, me refiero a los eternos aliados. Por un lado, Ving Rhames como Luther, que ha acompañado en todas y cada una de las películas desde que comenzó la saga. El otro es Simon Pegg, interpretando a un Benji que siempre sabe como sacar una sonrisa, aportando ese punto de humor tan necesario para que la película no sea un constante río de adrenalina continuo.
La duración de la película no invitaba a pensar que se tratara de una primera parte, la verdad. Los 163 minutos de duración pasan en un chasquido de dedos, debido al torbellino de emociones a los que Christopher McQuarrie nos propone. Esto tiene una ventaja (y algún inconveniente). La duración de la cienta permite a Cruise y el resto de la compañía brillar dentro de la iconografía propuesta para la película. Dentro de la tradición de películas de Misión Imposible hay una serie de localizaciones que son ya tradicionales, como Roma o Abu Dhabi. En este primer acto de la película se les suman otras, como Venecia, que está en todo su esplendor.
Además de las localizaciones, los otros elementos que permiten identificar que estamos ante otra película de la saga son muy reconocibles. Ese mensaje que invita a cumplir una misión ‘si decide aceptarla’, las persecuciones, los vuelos y caídas de Cruise y sobre todo la banda sonora de Lorne Balfe hacen que, una vez comienza, la película te atrape y quedes absorto hasta el final. Los temas que propone Balfe hacen que la banda sonora sea una de las destacadas del año, amigos. Probablemente en la secuencia de Venecia sea donde más brille.
Posiblemente Tom Cruise nunca gane un Oscar, pero no será porque no lo merezca. Sus películas siempre tienen algo especial que sabe como conectar con la audiencia. Es posible de que esté encorsetado dentro de un estereotipo de actor, consecuencia de su buen hacer en las películas de acción, pero tiene otras muchas donde brilla y no precisamente por correr o disparar. Jerry Maguire o Algunos hombres buenos son ejemplos de ello. Sí que es cierto que en la última decada parece más anclado en ese canon de viejoven y eso nos impide envejecer con él. Larga vida al rey.
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