Siguiendo la estela de la serie de críticas que estamos realizando del Estudio Ghibli, ahora le toca el turno a Porco Rosso (紅の豚 Kurenai no buta, 1992). Después de Recuerdos del ayer de Isao Takahata, vuelve Hayao Miyazaki a la parte de dirección y guion y para regalarnos una cinta divertida y muy amena. Haciendo la comparativa con alguna película posterior, parece que Miyazaki saca su mejor versión en esta etapa inicial de Ghibli, donde en una película de algo más de 90 minutos condensa una historia interesante, con unos protagonistas carismáticos y una animación que parece ir mejorando con el paso de las películas.
Porco Rosso se sitúa en un la Italia del siglo XX del periodo de entreguerras. En el mar Adriático vuela un caza de color rojo pilotado por un protagonista extraño. En este caso se trata de Porco, un piloto de la aviación italiana de la Primera Guerra Mundial que queda hechizado y se convierte en un cerdo. Porco, antes conocido como Marco, se gana la vida como cazarrecompensas trastocando los planes de los piratas que sobrevuelan el mar Adriático a bordo de sus hidroaviones. La federación de Piratas, hartos de que el Porco Rosso les sabotee todos los planes, contratan a un aviador americano con raíces italianas, Donald Curtis, para que termine con el Porco Rosso y poder reinar así en el Adriático.
Probablemente esta película sea una de las mejores obras de siempre de Ghibli. Ya lo hemos mencionado en otras ocasiones, pero el dúo que forman Miyazaki y Hisaishi tienen mucha culpa de lo bien que funcionan estas películas. En este caso, con Porco Rosso se mezclan varias de las temáticas que habían ido apareciendo en películas anteriores, como podían ser los piratas en aeronaves de El Castillo en el Cielo, o mostrar la belleza de la arquitectura mediterránea europea de principios del siglo XX como se hiciera en Kiki. En este caso, al ser una historia de pilotos, Miyazaki por fin tiene vía libre para poder adaptar una historia de una de sus grandes pasiones (los aviones) mostrando secuencias nunca antes vistas y que llegan a ser preciosas.
Otra de los temas que es un clásico de Ghibli es el antibelicismo. En este caso representado en la historia de Marco (Porco), antiguo piloto de las fuerzas aéreas, se exploran los valores de amistad y camaradería que tenía con sus antiguos compañeros de escuadrón para llevarnos a la pregunta de ¿cuál es el motivo de la guerra si el resultado de todos los pilotos es el mismo? La escena del combate contra los pilotos alemanes y su estela en el cielo es preciosa, pero de infausto recuerdo. Por ello, una vez vuelve de la guerra deserta del ejército convirtiéndose en cazarrecompensas, ayudando a aquellas personas que lo necesitan que estén al alcance de su hidroavión.
En casa le esperan una serie de personas que van a enriquecer el personaje de Porco Rosso. Principalmente Miyazaki nos muestra dos facetas del amor a través de dos personajes bastante interesantes. Estas son Gina y Fio, que demuestran que no hacen falta extravagancias para que un perfil femenino tenga un carácter fuerte y su peso sea decisivo en la película. Tanto Gina como Fio van a sacar las mejores versiones de Porco, Gina en el lado romántico más adulto y Fio en el estallido de la juventud. Pero también la Federación de Piratas van a tener su peso en la lucha contra el Porco Rosso, no dejando de lado el honor y el valor, no van a caer en las trampas ni la traición, valores que Miyazaki se esfuerza por aplaudir siempre que puede en sus películas.
Otro de los puntos fuertes de esta película es el de la animación. Ya se ha comentado que Ghibli dio un paso adelante con la secuencias de los hidroaviones, de gran factura. Pero no es solamente eso, hay un aroma a precioso en todo lo que rodea a Porco Rosso, puede que la tranquilidad que se respira en el club de Gina o la familiaridad de la familia Piccolo mientras Porco está reparando el avión. Hay una esencia Ghibli que enamora y que mantiene el hechizo hasta el final. Mucha culpa de ello la tiene Joe Hisaishi, cuyas notas logran mezclar con precisión esta historia dando el punto melancólico, de acción y diversión siempre que haga falta.
Como siempre, Miyazaki deja preguntas sin responder. Ya lo había hecho en casos anteriores como en Mi Vecino Totoro. En este caso es la historia del hechizo de Porco-Marco. Pocos detalles se dan a lo largo de la película. No sabemos nada del origen del hechizo y lo plantea como la fábula del sapo y la princesa, que ¿al final se cumple? Viendo el final deja con la duda, uno quiere creer que sí. Porco Rosso es un regalo perfecto que sintetiza las mejores virtudes de Ghibli, acción, humor, diversión y valores. Buena animación y excelente banda sonora. Perfecta.
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