En 1995, el Studio Ghibli traería ‘Susurros del Corazón’. Probablemente se trate de la gran tapada de toda la saga del estudio. Un poco lenta en su acto inicial, en el que parece no se adivina nada extraordinario que pueda pasar. Poco a poco la película va creciendo, dejando que su magia florezca. Son las pequeñas acciones cotidianas del día a día y de las coincidencias que ofrece la vida las que permiten a la película avanzar y dejar una aventura y unas reflexiones de lo más interesantes. La combinación entre personajes y sus sentimientos, su música y argumento hacen que ‘Susurros del Corazón’ pueda considerarse como una de las mejores películas del estudio.
Dirigida por el ya difunto Yoshifumi Kondō, ‘Susurros del corazón’ es la única película que tuvo la suerte de dirigir dentro del estudio. Este animador japonés contaba con una dilatada experiencia, nacido en Gosen en 1950, estuvo trabajando en el mundo de la animación desde los 18 años hasta su fallecimiento en 1998. En su época pre-Ghibli tuvo la ocasión de colaborar con Miyazaki en varios proyectos, como Lupin III o Sherlock Holmes, entre otros. En 1987 se une a Ghibli donde realizó parte de la animación y el diseño de personajes de algunas de las películas más importantes del estudio, como fueron ‘La Princesa Mononoke’ o ‘Porco Rosso’.
Como ya he mencionado antes, la historia que se plantea con esta película puede parecer inicialmente vulgar. Shizuku Tsukishima es una estudiante de 14 años de instituto en Tokyo. Vive con sus padres y su hermana mayor y le encanta leer y escribir. Un día, mirando los libros de préstamo que tiene de la biblioteca se da cuenta que todos han sido leídos por la misma persona con anterioridad. El nombre en la ficha de los libros, Seiji Amasawa, la cautiva, y comienza a soñar como puede ser el caballero de sus cuentos y las aventuras que hay detrás.
Al ir a devolver los libros a la biblioteca se cruza con un gato callejero y comienza a perseguirle, hasta que topa con una tienda de antigüedades. La tienda está regentada por Shiro Nishi, la clásica persona mayor representada por el estudio: afable, cariñoso, alegre y con algún secreto. Shizuku queda prendada del ‘El Barón’, una estatua de porcelana de un gato que tiene unos ojos de esmeralda. Shizuku y Shiro entablan amistad y en sus sucesivas vueltas para admirar al Barón, se cruza con un compañero de clase del que desconoce su nombre.
Es en este momento donde la película entra en una nueva dimensión. Es como si la primera media hora sentara unas bases que no se acaban de conectar, pero el encuentro de la tienda de antigüedades lo cambia todo. La investigación del apellido Amasawa llevará a descubrir a Shizuku que aquel chico que le caía tan mal en el instituto es en realidad el caballero del que ella ha estado soñando. Aprendiz de músico de Shiro, tanto Shizuku como Seiji van a ir descubriéndose poco a poco.
Creo que esta es la clave de la película. La etapa de la adolescencia está muy presente en las obras de Ghibli. Es una etapa de transición entre la niñez y la vida adulta y el adolescente tiende en algunas fases a sentirse perdido. En este caso Shizuku es la que no acaba de encontrar su sitio, mientras ve que Seiji ya tiene claro lo que quiere conseguir en su vida. Se fuerza una etapa de maduración muy bien llevada para el personaje de Shizuku. Si hay algo destacable de Ghibli es lo bien que entiende esta psicología y la facilidad que tiene para contarla con unos personajes creíbles.
El último acto es magistral. Shizuku descubriendose a sí misma. Quiere pulir la gema de escritora que lleva dentro y eso le hace evocar los sentimientos que tiene por Seiji a una historia fantásitca usando la figura del Barón de Shiro. La música juega un papel fundamental, no solo como nexo de unión de Shizuku con su entorno sino como fin de sus acciones. La canción de ‘Take Me Home, Country Roads’ de John Denver cantada por Olivia Newton-John define muy bien ese sentimiento que Shizuku no termina de encontrar.
El dúo de Shizuku y Seiji entrarána formar parte de los dúos más icónicos del estudio. No por lo excepcional de sus acciones, sino por el echo de que dentro de lo ordinario se encuentra lo más extraordinario. Esa es la magia de la película. Además cuenta con una serie de personajes que van a ser claves en el desarrollo de Shizuku. Su hermana, sus padres (muy permisivos y diferentes de los típicos y estrictos padres nipones), pero sobretodo Shiro. La historia que hay detrás de este personaje es muy potente, pero lo que le hace realmente grande es la forma de enseñar lo bonita que es la vida a Shizuku. La analogía de la esmeralda dentro de la gema, en relación a la búsqueda interior de las cualidades que hay que resaltar me parece de obligado visionado para todos.
‘Susurros del Corazón’ es una delicia de película. Una que va avanzando lentamente y que poco a poco descubre el gran secreto. Se puede ser feliz dentro del día a día, sólo hace falta buscar esa magia. Con una animación cargada de detalles, nos muestra unas secuencias muy realistas en cada uno de sus frames. Y deja estampas de Tokyo preciosas, amaneceres y anocheceres con una paleta de colores preciosa. Imposible no sentirse identificado en algún punto con ella.
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